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“Los laicos tienen la facultad, más aún, a veces el deber, de exponer su parecer acerca de los asuntos concernientes al bien de la Iglesia” (Vaticano II, Lumen Gentium, nº 937).
"El pueblo santo de Dios participa también en la función profética de Cristo... El Espíritu Santo no sólo santifica y dirige al Pueblo de Dios, mediante los sacramentos y los misterios y le adorna con virtudes, sino que también distribuye gracias especiales entre los fieles de cualquier condición, distribuyendo a cada uno según quiere sus dones, (I Cor.12, 11), con los que los hace aptos y prontos para ejercer las obras y deberes quesean útiles para la renovación y mayor edificación de la Iglesia, según aquellas palabras: A cada uno se le otorga la manifestación del Espíritu para común utilidad (I Cor.12,7). Estos carismas, tanto los extraordinarios como los más comunes y difundidos, deben ser recibidos con gratitud y consuelo, porque son muy adecuados y útiles a las necesidades de la Iglesia" (Vaticano II, Lumen Gentium, nº 12).
Cubierta: Viejo Icono bizantino de San Pedro y su Esposa que le acompañó en la evangelización de Roma
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